Alberto Escobar

Lunfardo

 

 

Me alegro de que te guste Buenos Aires, yo también porque no me
hablaron muy bien, no?, y por qué?, dicen que es una ciudad tan
insegura como grande, por ahora todo ha ido de perlas, espero 
que todo siga así, ojala!, damos una vuelta hasta la hora de cenar?
bueno, vale!, y adónde vamos? Podemos ir a \"el Obelisco\", que es
muy bonito!, y después?, después podemos ir a la Plaza de Mayo,
a Boca y terminamos con unos buenos tangos en Belgrano,
te parece?, sí, me parece un buen plan, pues allá vamos!


Nos mezclamos con el paisanaje como buenos viajeros que somos.
Las calles eran una sinfonía de colores por completo abigarradas,
quisimos vivir hasta que nos saliera el tuétano de los huesos por 
las comisuras del entusiasmo, nos cruzamos y conversamos con 
gente de todo jaez, desde el más enchaquetado hombre de 
negocios hasta el desgraciado vagabundo que vive de la brisa.

 

Comíamos del humus que pisábamos por carecer casi de numerario, 
nos fuimos con lo puesto, que ya es mucho, lo principal son las
ganas.

Nuestros corazones eran la caja de resonancia ideal para el rasgueo 
de alegrías que hacíamos sonar por las calles, regadas con la joven
sangre de nuestras venas, verdes de esperanza e ilusión.


Volvimos a España en un cascarón de nuez que estuvo a pique de
erigirse en tumba y féretro.

Fue una experiencia que consta con letras de oro
en mis papeles clandestinos.