De niño vendí las alas,
para ocultar pecados en los huecos de la espalda.
Soldar los sueños sobre el hueso de las tardes
no es suficiente.
Las madrugadas son un conjunto
de desvelos agolpados en los ojos.
Alegrías que terminan
en el humo de un eructo.
De niño vendí mis alas por pereza de cargarlas,
de viejo voy arrastrarme a cementerios de recuerdos.
Andres Ruiz
Costa Rica