Me enamoré de una rosa y su tallo yo corté
del rosal donde ella estaba luciendo cuando miré.
Al encontrarse entre mis manos, gotas de rojo carmín
caían de sus pétalos sobre mis dedos, llorando de tanto sufrir.
Era el llanto de la rosa que, al tomarla para mí,
desconsolada lloraba por cortarla del jardín.
De entre todas esas rosas que lucían la cogí,
sin ser yo su jardinero a ella le puse fin.
Yo que tanto la quise la mate sin darme cuenta,
cortando su verde tallo de un jardín de cenicienta.
Tantas espinas clavadas que ya le perdí la cuenta,
me sangran el corazón desde que le abrí la puerta.
En mis manos tengo llagas que no se pueden curar
me las hicieron el llanto que a mis manos fue a parar.
La hermosura de esa rosa que me pudo enamorar
sin saber que moriría cuando la fui a cortar.
Menesteo