argantonio

Muerte de un amor

Sabía que aquel era el último día,

que no volveríamos a abrazarnos,

era el último suspiro de agonía,

era el último adiós al alejarnos.

 

Íbamos a poner tierra y mar por medio,

para emprender un viaje solo de ida,

lo nuestro ya no tenía ningún remedio,

no podía cerrarse la antigua herida.

 

Ya han crecido tantas rosas

en aquel antiguo jardín abandonado

que olvidé el dolor de la espina.

 

He aprendido tantas cosas

a lo largo de la vida que he logrado

amar y olvidar cualquier inquina.