¿Para qué decirlo
y ensuciarlo de un vulgar sonar humano?
-un te amo, un te quiero, un deseo ajeno-
Resulta evidente al silencio intruso
Abtuso, te miro desde mi siniestra esquina
recordando los circulares revoltijos
que jamás tendremos sobre las vueltas
de las sábanas, cuando te digo, afírmate
a la baranda del lecho
Abajo hay solo mar y aquel volcán
de no nacidos hijos y el dolor de aquellos
duelos mutuos, que no tendremos, entonces
todo bien te digo (al otro que uno carga dentro)
prosigo en mi contemplación molecular, mis ojos
abiertos de par en par introyectan tus formas
desplegadas a través de iones y eras perdidas
y desmenuzo cada libra de carne y hueso
y degusto la médula sedosa de tu cabello
y creo conocerte mejor que ti al descender
en tus profundidades donde la trampa
revienta marineros y donde mi carne
es devorada por un insaciable fuego
- Está bien, despreocúpate, esta vez sólo observo