Es una palabra atroz, además de tener un sonido malvado:
Nunca, Nunca, Nunca.
Es una palabra que queda tan grande,
como la muerte, como el dolor, como la mirada esa que no quiere mirarme.
Nunca digas nunca, dice la frase tantas veces repetida,
y tantas más veces desobedecida.
Me aferro, a pesar de todo, a ese nunca,
para decir, ya sin miedo, ya sin culpa...
Aunque te he perdonado y me has olvidado
Aunque te siga queriendo y tu no me hayas jamás amado
Nunca
volveremos a vernos... nunca nunca.... mi amada de siempre.