como una polilla en los huesos
como una pulga en la sangre,
salva tu manifiesta poesía
del percudido escarnio público,
que nadie se entere de tus anónimos orgasmos
ni nadie critique tus impetuosas glotonerías,
ahuyenta la gualdrapa cobardía
que solo aflore la hermafrodita astucia,
sabes bien que siempre serás acusado
de crímenes herbicidas no cometidos
y de los perversos malos pasos
de las mujeres que extraviaron su virginidad;
esconde tu intensa poesía
en las arenas inhóspitas de los ríos
en las nieves lampiñas de los volcanes
en el fondo espinoso y moreno del cielo;
que hay lenguas nómadas y ponzoñosas
que se aventuran a enjuiciarte
sin conocer tus náuticas comarcas,
y como se ensañan contra tu desvarío
esas escabrosas hienas morbosas;
protege tu nítida poesía
de las neoyorquinas morales
de las obtusas y ovaladas virtudes,
que hay quienes buscan pretextos
para ponerte en tela de juicio
y ganar puntos con su confortable Dios;
preserva tu tersa poesía
de todas las paradójicas dolencias
y de los vapores paisajistas del opio,
defiéndete de los olímpicos querubines
que nunca reparan sus males
ni reviven a sus muertos,
la mancha es más mancha
cuando la envidia cobija
y la rabia y el dolor nos acarician,
miles de abruptas hipocresías
castrando van el espíritu;
pero que se entere el universo de una vez
que solo el corazón del mundo
podrá en verdad guarecer
tu luminosa poesía.
JOHN WILLMER