Teodocio Potes

! MEDIOCRES ¡

Así exista como categoría analítica de expertos

o la usen como adjetivo los maestros,

no le dan a éste término o palabra,

piso, peso, volumen ni realidad concreta.

 

Cualquier mediocre puede inventarse un terminacho

para designar cualquier cosa inexistente.

 

La perfección solo es un ideal,

que no existe como encarnación

en ningún sujeto real de carne y hueso.

Fue un invento de un mediocre,

después de expurgar una culpa,

de una mediocre acción dolosa.

 

Ningún mediocre reconoce

en fuero interno ser mediocre

por una sola razón, y muy sencilla:

su mediocre incapacidad no se lo dicta.

 

Lo mejor repartido en este mundo

después de la conciencia

de que hay muerte después de la vida,

es la empalagosa mediocridad,

a pesar de que muchos, casi todos,

ni nos percatamos de llevarla a cuestas.

 

Todos somos mediocres;

sólo nos diferencian los matices

frente a saberes, destrezas, competencias,

y por la actitud que asumimos

frente a la mediocridad de los demás,

en tanto somos los mediocres

los que con más saña enrostramos

la mediocridad ajena,

en razón a la incapacidad

de detectarla en cuerpo propio.

 

La mediocridad como adjetivo

no es más que una expresión del afán

diferenciador del ser humano

que le cuesta aceptar al menos

la esencial igualdad en la medianía.

 

Desde que nacemos en lecho pobre

ya nos estigmatizan de mediocres.

Si han de medirse los seres

con regla de perfección alguna,

ningún Dios se salvaría,

pues sus obras siempre encontrarán defectos

a los ojos del obsesionado 

perfeccionista que las juzga.

 

Solo los mediocres autoreconocidos

nos es permitido vivir la vida sin presiones

del letal autoengaño

del perfecto ególatra infelice;

y es posible que sin este obstáculo encontremos

el camino verdadero

de nuestra, ahora si real,

pequeña perfección interna.

 

¿Apología a la mediocridad?

No señor, ninguna loa necesita

 lo que no tiene un asiento en la existencia.