El verte alegre, hace mi envidia triste,
que si hay tropiezo, el tal, no causa nada
con tu sonrisa, nunca acobardada
¡Un día malo!, para ti no existe.
¿Cómo calcarme, ese preciado empuje
siempre vital, viviendo tu alegría?
¿Cómo sentirme, mismo así, algún día
que mustia mueca, en mí se desdibuje?
Quiero intentarlo, y algo en mí se afana,
siempre mi intento, expira en cobardía;
huye sin logro, y la tristeza gana.
No rendiré, pues ya la envidia es mucha,
como ejemplo, en esta mi esfera fría;
tu dulce canto..., flébil mi alma escucha.