“Ocurren cosas que nos cuesta creer,/ porque olvidamos que al fin y al cabo,/ si no somos como debiéramos ser,/ hasta Dios puede ponerse bravo”.
Pobre país… mi país, víctima de tanta maldad,
tan golpeado por las injusticias más insólitas;
obligado a gritar lo lamentable de su realidad,
por un destino que dirigen políticos hipócritas.
Pobre país… mi país, nunca antes sufrió esto;
con acentuada miseria y el hambre acechando;
un pueblo lucha y con valentía echa el resto,
y la cobardía vestida de militar va disparando.
Pobre país… mi país, juventud que lucha y muere,
hay sangre derramada en el nombre de un ideal;
libertad, justicia, ante un gobierno que prefiere
dotar de armas a su gente en escenario mortal.
Pobre país… mi país, sus soldados le dan la espalda,
no sirven a un pueblo sino a la locura de un hombre;
ellos llevan pantalones… ¡pero deberían llevar falda!
Tanta traición de esta gente no hace que me asombre.
Son años ya, viendo cómo se escribe una historia
con unos intereses creados… ¡perversos intereses!
No les interesa nada el país ni aspiran a la gloria,
sólo saben reprimir, traicionarnos una y mil veces.
Pobre país… mi país, costará generaciones esta caída;
un pueblo que por comida sufre y hasta se humilla,
no es vivir para el venezolano lo que llamamos vida;
si es un sueño… ya queremos salir de esta pesadilla.
Caradura presidente que aún más aguante nos pide
y caraduras quienes le acompañan y lo ovacionan;
inepto un gobernante que en vez de unir, divide
y de nuevo, ineptos los soldados que traicionan.
Ah… pero no es Venezuela un país que no lucha
y la libertad ha de llegar de una u otra manera
y si tenemos un presidente que no nos escucha,
mi país… un digno país, le cobrará su sordera.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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