En un principio
él se enamoró.
Estaba confundido
su vida era un caos
y pensó: daré todo
y se dejó llevar
y creyó en todo
y dio todo
y confió en todo.
Y se sintió bien.
Él quería darle un regalo
y pensó;
voy a regalarle una estrella.
Pero no podía llegar al firmamento
y entonces
buscó una libreta
y dibujó en ella un cielo
con estrellas y luceros
y una luna
y se lo regaló.
Y se sintió bien.
Él estaba feliz
pero pensó
en regalarle flores.
Pero él no tenía jardín
y no tenía dinero
para comprarle alguna.
Así que dibujó uno en su libreta
con rosas, alcatraces
gladiolas, claveles
y orquídeas
y se lo regaló.
Y se sintió bien.
Él no hacía otra cosa más
que pensar en ella
y quiso decírselo
y buscó palabras
y tomó su libreta
y comenzó a escribir
y escribió mucho
y fueron bastantes poemas
y llenó su libreta
con más amor que poesía
y se la regaló.
Y le leía un poema cada noche.
Y se sintió bien.
Ella comenzó a alejarse
él se sintió morir.
Ella dijo adiós
y él imaginó un hasta luego.
Él encontró otra libreta
llena de hojas en blanco
y comenzó a escribir
y pensaba en ella
y escribía
y escribía para ella.
Y ella nunca lo leyó
y él lo sabía
y eso jamás le importó.
Y se sintió bien.
Y siguió escribiendo
en otras libretas
en otras paredes
dibujando otros jardines.
Y se sentaba en los parques
y le recitaba a las estrellas
y visitaba los mares
y jugaba ajedrez con los árboles
y caminaba
y volaba.
Y se sintió bien
y se sintió bien
y se siente bien…