Cuidado con mi tiesura,
cuidado con mi cuidado,
mi semblante se lía a latigazos
porque es rabo seco de lagarto
el que prolonga mis ideas por el suelo.
Fíjate como se fija mi mirada en tus gestos,
buscando la honradez perdida de la niña,
lo duro en lo blando y el escalofrío en el
manto de sudor secado con centrifugado.
Buscar el refugio de los demás, separse del
resto, llanto ácido como un cítrico que se
pela a sí mismo como un dolor de vientre
en medio de la clase, en medio del examen,
pedir permiso para ausentarse y ausentarse
sin pedir nada, desaparecer en los demás, en
la nada.
Velcro que rasca y no pega, nariz que pica y
no estornuda, perro mordedor a secas y
voces que como ladridos avisan de que
este guardián de versos desea morder
sin avisar, demasiado consumo de los medios,
demasiado internet, demasiada tele, demasiada
frecuencia amplia y modulada, poco corazón
detrás de la bomba, detrás del espectáculo de
tu vida... ¿de la mía? Ya te lo he dicho...
demasiada tiesura.