Tántalo fue invitado
a probar rico manjar.
Zeus confiado
piensa que es de fiar.
Ha contado
lo que no debe contar.
Ambrosía ha probado
y llevado a probar
para quedar demostrado
que llantar
con el dios Zeus venerado
No fue inventar.
Compartió con sus amigos
el néctar y la ambrosía.
Quiso devolver la cortesía
a los dioses del Olimpo.
En su casa les dio cobijo
pródigo en viandas y alegría.
Tanto comieron los dioses
que sus provisiones pronto
tornaron escasas.
Para no merecer su ira
guisó a Pélope como venado.
Los sabios dioses obviaron
el indigno manjar, Deméter
no se percató, por la reciente
pérdida de su hija Perséfone.
Zeus ordenó la reanimación
de Pélope a Hermes.
En el caldero mágico sucedió
el regreso a la vida de su hijo,
que en rito iniciático pereció,
y tan solo necesitó
el hombro de márfil de delfín
que Hefesto forjó.
Harto Zeus de tanta fechoría
lo aplastó con grande roca
que en una cumbre yacía.
Ya muerto, en el Hades,
como castigo a su apetito
desmedido, fue condenado
a morir en vida contrito,
y de frutas y agua rodeado
sin poder darles alcance.