Y es que como duele a veces el pasado.
Y más si la puerta aún está abierta y sopla la brisa.
Despeina los cabellos y confunde.
Anestesia los pies y paraliza.
Como duele el pasado cuando es dulce,
cuando aún queda un leve olor en el aire a gloria.
Cuando se ríe, cuando es feliz.
Y está lleno de noches estrelladas sobre el verde pasto,
y de tímidas flores.
De flamantes promesas, de inocencia rota.
Como duele mirar la puerta con ansiedad pero no poder cerrarla.
Una hendija siempre estará abierta,
y será suficiente para hacernos recordar.
Y si cerramos los ojos y prestamos atención,
aún la brizna nos despeina, y aún podemos sentir los recuerdos.
Queman, arden, torturan.
La felicidad pasada siempre tortura cuando ya no está.
Aprieta fuerte.
Gloriosos y amargos recuerdos, que me hablan de lo que ya no es.
De lo que nunca será otra vez.
De ti.