Quiso el día
declinarse ignoto,
entre un manto...
de guirnalda
herida,
desnudando
el deshielo
con su fuego...
desatando
la nobleza
de su huida...
desgastando
la cadera
que no asienta...
entre lánguidos
poemas
desvestidos,
por la gracia
advenediza
en que se mira.