I
Enredaderas amargas son los pensamientos,
cuerpo indecible, orilla y palabra de Dios,
recintos de soledad,
trazo desnudo del verbo huérfano de nidos
angustia devorada,
apartada de alas,
territorio para el vértigo oscurecido,
raíces en el cielo,
polvo de nubes.
Donde mueren las aves, mueren los hombres,
agoniza el cielo
donde el viento es el inacabado templo de la existencia.
II
El cielo es ese azul,
desemboca
en la fría habitación del mundo,
una lágrima se precipita sobre su inmenso vacío
donde las heridas tienen fechas y nombres
desprendidos de las ramas
para sostener al último pájaro.
III
Solo se puede morir si se ha nacido,
era la nada el antes.
invente mis huellas sobre lugares vacíos
para crear este derrumbe de equilibrios
de ojos fríos donde se mira la deriva del mundo,
resucite interiores desiertos
herido por el barro cuando huí de las resignaciones,
he sido tantas veces la soledad ejerciendo su fuerza,
he hallado mi casa en la de todos los desterrados
¿sobre qué tierra habré de convocarlos?
por eso vuelvo al viento buscando las banderas,
pero están muertas sus raíces.
Hubo una fuerza que lo ha evaporado todo
ahora todos son fantasmas que vienen de la guerra,
han agotado sus fuerzas
han escurrido sus lágrimas
sobre los gritos colgados en las plazas,
han quedado ensordecidos
cobijando el mutismo bajo sus lenguas.
He ido a recoger los gajos del odio sembrado,
he caminado la inmensidad de las calles destruidas
que alguien o muchos han roto,
la fotografía ha escrito los nombres de los destrozos sobre el papel
convertido en un diario que describe la desolación de los hombres y los pájaros muertos.