Esta madrugada pude sentir el tedio,
el rocío como finas espinas
y un desierto sin arena en mi pecho.
Esta madrugada el café estaba aguado,
las noticias insípidas
y mis ojos como faros despistados.
Esta madrugada el papel quemaba,
mi bolígrafo estaba reseco
y mis dedos no decían nada.
Esta madrugada, como cada madrugada,
me he despertado con el mismo hueco
entre pulmones y costillas,
hacía frío en memoria
y abstracción en mis sentidos.
No había porques,
tampoco había peros.
Porque esta madrugada,
te he olvidado dormido
y te he soñado despierto.