El Pampa

LA TORMENTA

El atardecer de otoño muestra un ropaje de nubes errantes e indecisas en el cielo gris.

Un relincho perfora la tormenta y el valle tiembla al son del tremolar de algunas gotas primeras.

Gris desconcierto de la soledad salvaje y animal de la naturaleza en toda su extensión.                                      

La caballada pasta sin notar el miedo irracional que se aviene a enmudecer en la paz del antes del diluvio.

Las nubes oscuras cuelgan y se apoyan impúdicas sobre las crestas de las sierras, como sucia piel curtida de atardeceres de vientos, granizo y lágrimas errantes.

Como si fuera el contorno de tu piel en un despertar lento y pausado, envuelta en sábanas grisáceas.

Tan hermosa y atrapante,  capaz de encapricharse en transformar una sonrisa en nostalgias.

Hechicera de encuentros furtivos, capaz de estrecharlos bajo la intimidad de sus pasiones, en un estruendoso trueno que todo lo hace temblar. Burbujeos espumantes, encharcados de pasión, o de añoranzas….pequeños ríos de lágrimas errantes, que corren hacia ninguna parte.   Pasajera furia que va dejando escalofríos, deslizando en los oídos el susurro de la lluvia cantarina como ranitas cencerreando en los charquitos de verano. La lluvia lenta de un atardecer de miércoles…y siento en mis entrañas esas ganas de empaparme en este aguacero con sabor a ti.