Esteban Mario Couceyro

El seguimiento

Gutiérrez, va cruzando la avenida, siguiendo a un hombre de traje gris y maletín negro.

 

Ayer, su jefe, le había entregado una carpeta diciéndole, – A este narco, me lo seguís por todos lados, quiero saber hasta sus pensamientos, formá un equipo con Recondo en turnos de doce horas…, no me pongas esa cara y no quiero excusas-.

 

Gutiérrez sabía que era una misión importante, pero le preocupaba la pareja elegida, -Recondo Analía, es una novata, eso si muy bonita pero novata-.

 

Hace horas que está detrás de este tipo, ahora se mete en un café, por suerte, así podía tomar algo.

 

El objetivo, comienza a hablar por teléfono y Gutiérrez hace lo mismo llamando a su compañera, pues intuía que necesitaría apoyo.

 

-Este tipo, está metido en cosas raras-, pensaba -me avisan que ha llamado a otros que van a encontrase en este café y que Recondo está por llegar-.

 

-Llevo solo un día, pero ya lo tengo calado, tiene cincuenta años bien cuidados, buena pilcha y mejores modales. Da para político, pero este anda en curros de droga, un mal bicho-.

 

-Me llaman de nuevo, avisándome que no actúe pues los que vienen son intocables, que no me meta…, que salga discretamente-.

 

-No entiendo nada, pago lo consumido y salgo del salón-. Cuando sale, encuentra a Recondo que entraba, despampanante como una diva, sus cabellos platinados, los lentes enormes y un vestido ceñido y demasiado corto.

-¡Que hacés vestida así!, vení seguime nos vamos de acá-.

 

Gutiérrez y Recondo, salen del brazo, mientras en la puerta se detiene un automóvil negro, del que bajan cuatro custodios.

 

Todos miran a Recondo, mientras Gutiérrez se oculta detrás de ella, pues reconoció a dos custodios del ministro de planificación, quién en esos momentos ingresa rápidamente al café, junto a otro que no conocía.

 

Rápidamente Gutiérrez y su compañera, suben a un auto de apoyo y se alejan del lugar.