Te consideré:
hoy no te siento igual.
En tus ojos me miro
y tu corazón habla,
y te sujetas desosegada, amiga,
como un mar agitado.
Apenas ya te escucho
enunciarme un aliento
y hablarme entre vidrieras
de tus ráfagas, de las tormentas
que descargan en mi alma.
Dime amiga:
-¿Por qué no me lo dices?
-¿Por qué callas lo que sé?
Nocturna y abismal,
me cantas cuentos
cual adolescente sin madrigal.
Ahora amiga mía no te siento
y hay tanta tristeza dentro…aquí;
que una vez más, la picardía me lapida.
Ay,mariposa ingrata
solo te oigo golpear exaltada
en la crisálida que tan bien guardas.
Antonia Ceada Acevedo