De donde surge la voz, como si fuera una hierba más, hay trigales que se expresan. Verdes trigales que crecen fuertes y secos bajo los golpes de sol en una zanja de un corral.
El viento, flexible y piadoso los inclina hacia bajo, hacia el suelo.
La voz, pobre, pobre voz, de la que asoma una cabeza sumergida entre las plantas en medio del trigal.
La voz que mana del trigo parece la de alguien caído y roto que no hablara más que consigo mismo de forma entera. Nunca hasta ese instante escuché a nadie tan integro, tan seguro, tan certero en medio de esa nada que le envuelve . A cualquiera que le escuchara, le parecería un loco. Sin embargo, era una revelación cada palabra. Un verdadero mensaje de amor, un nuevo evangelio surgido del agua. Su lengua sana en medio de la miseria rodeado de trigo plantado por él mismo. aunque él , decía que su lengua agonizaba en medio del agua. Se refería al olvido en que lo tenían. al parecer, lo habían apartado de toda función social. antes estudiaba psicología, tenía un futuro brillante. Estaba destinado a trabajar con enfermos mentales. Mientras lo estoy escuchando , me doy cuenta de que necesitamos a gente como él para cambiar el país. Es alguien de la sensibilidad de San Juan de la Cruz, una forma de entender al corrupto como Torquemada, y un amor a la naturaleza como Felix Rodriguez de la Fuente.
” la lengua viva es
La palabra es vida.
hay un silencio en la palabra
por donde se pierde la vida.
Las criaturas del agua no hablan.
Reflejan tranquilas y serenas la muerte.
Mi lengua está mordida
por las puntas de las estrellas.
Dibujan una astronomía oscura.
Todo se fragua lejos de la palabra
que agonizan en el agua.
La palabra conduce
por una autopista solitaria,
a quienes te esperan con las puertas abiertas.
Lejos del agua,
se ve un cartel de bienvenida para recibirte.
Pero el agua ronda las bocas
con sus criaturas agonizantes.
Y quienes te esperan con las puertas abiertas,
sacan las espada que caen sobre la espalda.”
al silenciar su voz no había nada. Trigales en medio de esa miseria,
pero esa voz, esa voz reveladora seguía allí,
seguramente como marfil entre las hierbas.
Angelillo de Uixó,