Sin duda es grandioso el pétalo de la cultura
pero ahí no está pleno el ser humano
Con ella nos hacemos del lenguaje,
de un puñado de costumbres
una forma de ver el mundo
la manera de vestirnos,
de hacer nuestras comidas,
y también de pensar y creer en Dios.
Pero la cultura no es el Hombre,
es sólo su forma de ajustarse al paisaje,
al clima y a su historia
La manera material de pensar su existencia.
La cultura no es la flor, es un pétalo.
Guste o no es cierto que están las clases
con sus formas de luchar por el sustento
con distinta tenencia de bienes,
para unos mucho, para otros poco
desiguales accesos al trabajo, a la belleza
al poder.
Pero la clase no es el Hombre
es sólo estamento de control y poder
forma de organizar trabajos y vidas.
La clase no es la flor, es un maltrecho pétalo.
La personalidad es universo intrincado en laberintos
Variedad cromática en movimiento
Donde voluntad, intelecto y sentimiento
construyen la difícil tarea del acuerdo
de un hilo conductor que aunque oscilante
es un tipo único junto a otros tipos hermanos.
Pero la personalidad no es el Hombre
Ella es el instrumento con que cada alma
interpreta su particular y personal canto.
La personalidad no es la flor
es un intrincado pétalo.
El ser que somos todos,
la transparente unidad indestructible
semejante a Dios
yace bajo cada uno de estos pétalos
botón entre botones
epicentro de luz entre la luz
Lo que queda cuando todo muere,
lo que alumbra cuando todo se apaga
Ser que realmente somos
Tesoro que vale todo esfuerzo
Principio de todo principio
Motivo del probado amor de Dios.
El Ser es el Hombre
El Ser es la flor.