¿Seremos fósforos, para perder así la cabeza?
Mientras el tiempo se disuelve entre la pared y la calle,
Mientras la locura silba bajito en el subte,
Tanta rutina pesa más que el plomo en la ruleta.
¿Todos los rusos se peinarán del mismo modo?
Hay algo en la anhedonia y se llama cobardía.
Pinta con tu sangre las paredes de la alcoba,
La oficina atiborrada de post-its y café barato,
La cara del imbécil de tu jefe, el viejo monitor desde donde no te sonrío.
Píntate los labios para declararte en guerra contra el feng-shui social y la coca cola,
Píntame de un beso que subsane tantos juegos de poder.
Ocho cuartos, dos enteros, vos y yo pero enfrentados,
Carne en la picadora, horno a temperatura baja.
Una paz de luceros tatuándonos las libertades que nos faltan,
Este grito desgarrado como la mismísima noche,
Esta necesidad de pegarme a tu cuerpo para saber que no me han consumido del todo.
Llévate mi cordura, por si llueve.
Lluévete despacio sobre mi cabello.
Si no podemos más que ser números,
Al menos hagamos las operaciones que nos plazcan.