Una tarde de marzo, volando sobre las riberas del puente,
te vi posada, sobre el umbral. Bella hermosa y radiante,
tus ojos soñadores me envolvían en tu mirar,
gire hacia ti, y juntos empezamos a volar… Yo hechizado,
me enamoraba de ti poco a poco… Tú de alas, sutiles y delicadas,
me empezaban a gustar, yo emocionado atrapado en ellas,
… a tus pies iba a dar.
Volando por tus riberas te volví a encontrar,
desde ese entonces quede marcado por un gran amor,
juntos mi bella golondrina, construimos nuestro nido,
con barro y hierbas… ambos llenos de ilusión,
allí nacieron nuestras crías, orgullo de los dos,
y fruto de aquel gran Amor… que para mí, fue grande.
Recuerda… siempre es más feliz, quien más amó,
… y ese siempre fui yo… Un día comprendí que debía,
dejarte volar… dejarte partir tras de tus sueños,
hoy mi alma golondrina he venido a darte tu libertad,
a devolverte las alas, que hace muchos años confiaste a mí,
para recibir mi calor y abrigo… en las noches frías.
No mires atrás, lo pasado ya no existe,
anda… busca tu felicidad,
la que jamás yo pude darte… ojalá encuentres,
lo anhelado… tu sonrisa, tus ganas de vivir.
Donde la brisa de la mañana te arrope… puedas sentirla,
palpar sus caricias, he ilumine en ti,
un bello atardecer… Sonríele a la vida,
… Que tu alma se llene de paz… y de gozo.
Cuando la vejez toque un día a tu puerta,
ya no podrás cerrarla... te miraras al espejo,
sin poder huir a ello… Solo en ese instante,
volverás a recordarme, solo entonces sabrás y sentirás,
que perdiste a un gran Amor… que te quiso y amo,
casi toda la vida… incondicionalmente.
Yo para entonces estaré muy viejo… Pero feliz,
por todo lo que la vida me dio… de manos del Señor,
quizás entonces, me llegue algún recuerdo de ti,
… de aquel gran amor, que un día, gracias a ti,
logre olvidar, para luego mi bella golondrina,
dejarte partir y nunca jamás… regresar.
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