Alberto Escobar

CicerĂ³n

 

 Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?
¿Hasta cuando, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?

 

 

 

 

A un orador de talento
le distingue su valor.
La palabra es monumento.
El mayor rival, el temor.
Al amigo lo honrado
solo será dispensado.
La justicia aunque injusta
es mejor, incluso si abusa,
y ofrece mayor sustento
que la más honrada guerra.
Marco Tulio era un portento.
Blande el verbo como fusta.

 

Nutrióse siendo joven
de la savia greciana.


Una vez saciado regresó
a Roma para convertirse
en gran abogado, con una
maestría oratoria de nivel
inaudito para los oídos de
una audiencia que bullía 
de fervor ante arranques 
de elocuencia que ponían
la carne de gallina.

 

Ante tanta luminaria los
facinerosos temblaban,
los poderosos alzaban sus
togas de sofoco y rencor.
Sus destellos deslumbraron
hasta el momento fatídico de
su ejecución por represalias
políticas, Marco A. mediante.


El estoicismo fue su bandera.

Fue por suerte el helenizador
de Roma.