Besar era fácil, tener sexo era aún más fácil, después de todo, el cuerpo sabe como hacerlo, no te mientas.
Pero vaya usted a saber, que ver sus boca era -iba a decir irritable-,
pero más bien es, sobre todo, desesperante y cierto a su vez, irresistible.
Vaya usted a saber, que con sentir sus manos me sentía un dios, -a lo mejor estoy delirando-,
seguramente me sentía un demonio quemandome, pero no en llamas, ni en el infierno.
Mas bien, quemando inevitablemente el tiempo- si es que existía-, mientras te veía.