La vida es como un tren que va en viaje hacia un destino preciso.
Suben y bajan pasajeros.
Algunos nos acompañan un tramo corto, otros uno más largo, pocos hasta el final del recorrido.
Un buen día subiste a mi tren en una estación inesperada. Miradas, sonrisas, detalles, me fueron conquistando. Por eso doy gracias.
No soy perfecto, lo sabes, pero soy capaz de amar y entregarme por entero a la persona que amo.
Construyamos a cuatro manos, una historia. Caminemos uno al lado del otro. Respetando el propio ritmo, yendo hacia un mismo horizonte.
Enfrentando, confiados cada momento de la existencia.
Viviendo a plenitud la oportunidad de que se nos ofrece.
Fortalecidos con los amigos que nos ha donado la vida.
Mano de la mano en la aceptación, el diálogo, el perdón y el respeto mutuo.
Siempre lo mejor de lo mejor pues te lo mereces, mejor dicho, nos lo merecemos