Tu ausencia me remuerde con furia,
me clava las garras del deseo
y encabrita mi alma,
me azuza las espuelas
y me lanza al galope desatado
por tu negra espesura.
Las zarzas me desgarran,
las ramas me golpean
pero yo sigo mi carrera
atravesando ríos
cruzando cenagales
bordeando barrancos.
Y arriesgándolo todo te persigo
hasta el último aliento
dejándome la piel y la cordura
esnifando tus huellas.
Y cuando al fin te alcanzo,
apenas tengo fuerzas
para caer rendido en tu regazo
y mendigar tus besos,
para encontrarme desnudo
y entregado reflejado en tus ojos,
para uncirme al yugo de tus senos,
para sembrar tus surcos
con el amor inmenso que tu alma
ha encendido en mi cuerpo.