karekarenina

Otoño

Tú que te aferras con rabiosa felicidad a la existencia,
con tu caprichoso pulso, soberbio, trepidante.
Tú que aún no temes a la última alborada,
tú que habitas la tierra regándola con tus notas musicales.
Tú que destruyes con ternura mis verbos
para inventar tu propio idioma y me revuelves
como en una sopa primigenia.
Tú, primogénito del cuarzo del reloj, que estallas
la hora en cada número, estupefacto en el temblor
de este anciano minutero que soy para ti.
Tú que me has creado como separada del mundo,
como una parte de ti mismo que de vez en cuando se te une,
sécate tu lágrima y olvida el pañuelo.
Tú que no has sido esculpido de una pena,
tú que no aceptas como un destino la melancolía,

suéltame.