Mi Padre, siempre en mi recuerdo,
un hombre sabio,
un bohemio.
Mi Padre-amigo,
cómplice,
testigo,
siempre en mi recuerdo,
en mis horas, en mis días,
en mis años.
Su palabra de aliento
su sonrisa de ternura,
su mirada, serena,
pícara,
siempre en mi recuerdo,
siempre en mi vida.
Su gran inteligencia,
su poco don de gentes,
su amor por la poesía
llenaron muchos de mis días.
Un severo Profesor
y una niña de Colegio de monjas
leíamos poesía,
y compartimos sueños,
nos hicimos compañía.
Hace años que ya no está,
y aún lo sigo extrañando.
Extraño su voz,
sus lecturas,
sus pasos ya cansados,
su periódico leído,
sus preguntas, su mirada;
extraño limpiar sus gafas,
sus diarias llamadas,
Hace años que ya no está,
pero me dejó su esencia,
su ternura solidaria
y su amor a la poesía.
Está siempre en mi recuerdo,
en mis horas y en mis días.