Las tormentas se enredan entre los retazos de septiembre,
los horóscopos en vísperas pronostican una mala inversión.
Las luces del silencio se desvisten en el énfasis de una noche desesperada,
las cicatrices del olvido se marchitan entre sabanas mojadas.
Las caricias riman entre tinieblas y cadenas,
y en los rincones de su pecho colecciona inviernos.
Los días se pierden en las cosquillas de un insomnio desteñido,
en el placar de sus mordiscos,
en los lunares de su espalda.
Los semáforos son como espasmos que se demoran en sus labios,
y mis sueños sueñan con dormir en su pestaña.
Los besos secos se descosen en la sed de las ambulancias que nos condenan,
y su voz naufraga por las esquinas de la madrugada.
Su te quiero suicida desayuna con los presos de mi cruz,
y los anzuelos de mi boca están viudos de pétalos de sal.
Un suspiro de alquiler y la vida que rezonga con uñas largas,
cada día mas extraños entre bostezos y risas despeinadas.
Un cuarto piso de mujer,
un te veo pronto sin guirnaldas ni regalías,
Agustina resaca con espinas,
sin prisas ni despedidas,
ni altares ni agonías.
Quédate un rato mas...
Pedro Fassi