Mi amigo Miguel.
Ayer estaba cansado y zaherido,
en el gimnasio con mi catarro,
esperando a mi hijo,
cuando vino Miguel con su alegría y desparpajo.
Me hizo tanto reír,
Que se me olvidó mi demencia,
mis males, mis penas sin discurrir,
casi me ahogo con mi catarro sin decencia.
Su positivismo, su alegría sin causa,
terapéutica y de forma diáfana olvidan mis letanías,
mis leves traumas y me llevan al cielo, al horizonte diáfano, a la infancia Rosa,
a la búsqueda de la paz interna,el carma y la sintonía.
Mi amigo Miguel, siempre alegre y jovial,
feliz sin causa, sin motivos,
siempre con equilibrio emocional,
con templanza y sin aparentes desequilibrios.
Gracias Miguel.