Sudor azul en la ingle,
el Incubo aulla, chilla, ronronea con sus dedos,
escarba el vientre y
la parte más piadosa en los muslos,
cadenas con espinas.
La hembra se riega a chorros tornasol.
Reflujos de éxtasis constriñen el rostro que grita,
la sangre enardece los tejidos,
los envilece de ferocidad
y juega a rodar canicas
desde los ojos de petróleo
hasta la ausencia del grito morado.
El aire busca la copula con la tierra,
de su unión nacen cucarachas rosadas llamadas amor.