EL DISCíPULO INDISCRETO
(De fábulas fantásticas)
Un viejo sabio que le procuraba sus mejores atenciones a un joven discípulo sobre los beneficios de la introspección, le señalaba a éste, poniéndole su dedo índice en el centro de su corazón adolorido y lo reconvenía por un particular desliz e insistía en las bondades del buen camino.
-Mi gran maestro – dijo el joven discípulo interrumpiéndole - ¿Por qué no dejamos este pequeño incidente en el olvido y me ahorra la vergüenza de su señalamiento? ¿No es mejor dejarlo así, y nada más? -Insistió el joven. –
-¿Por qué? – dijo el maestro, sorprendido. ¡Únicamente le propongo un buen gesto a tu atribulado corazón!
- Es cierto – asintió con ligereza el joven.
- Pero… ¡maestro! – dijo con naturalidad el discípulo- Son pocas las piedras que debo elevar para la elección de mi propio camino.
Paráfrasis de: “El malhechor descontento” de Ambrose Bierce.
Oscar Arley Noreña Ríos.