Sobre grandes sentidos: mi olfato, mi vista, mi tacto,
descansa este amor por tu cuerpo.
Tu cuerpo tiene invisibles obscenidades,
marcas de luchas de amor,
grandeza y dolor de peregrinaciones.
Yo lo sostuve fundido en los límites de los altos astros
donde te movías en la noche.
Era el umbral para despertar los aleteos del deseo,
como lentas aves bravas en busca del estío.
Yo amaba tu gozosa imagen que provenía de un vuelo humano,
de una fiebre con tiempo envuelto,
saliendo de un reino habitado por la hierba hervida
en frutos suspendidos en paraísos inabordables,
obscura,
como si tu boca pudiera inclinarse hacia la muerte.
Entre duras raíces insomnes,
debajo de entreabiertas poblaciones,
debajo de la niebla y sobre ella,
dónde colocarás los conciertos de música serena
enterrados en las sendas por las que el tiempo
vierte su equipaje.
Ahora mi pecho yace sobre alucinaciones:
un amanecer de madera,
el naufragio narrado por boca de algún hechicero.
Acaso viva entre sueños a los que es imposible ponerles nombres,
porque se derrumban cuando alguien se acerca, me contiene,
y es como un toque vacío.
GuillermoO
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