No desesperes, aún queda tiempo,
viajes, tiritas y pañales,
organización, desilusión y caidas
aún queda mucho por brindar.
Si los hijos nos traen alegrias y
los padres memoria, nosotros
traemos la ternura necesaria
para darle sentido a la tristeza, al ahogo.
No hay nada peor que un ahogo sin
atender, es ansiedad, es cazar sin
colmillos, sin uñas, es tener hijos
como quien tiene mascotas.
Hay quien prefiere pelar una cebolla
a la tristeza y habemos quienes
escalamos los mares o nadamos montañas,
para espanzurrar la soberbia en caida libre.
El carisma me da risa y el semblante, miedo,
los niños son los sabios porque no saben y
los ancianos se acercan a ellos para contagiarse
de algo, sin preguntarse por qué hacerlo.
Entre los niños y los mayores, estamos
los adultos, una especie desconocida
que genera desconcierto...
dejemos volar en globo nuestras cabezas
y saquemos el corazón por la ventanilla,
aireando del todo, los sentimientos.