Sobre ti, sobre tu vientre,
ala de mar despierto;
la suavidad respira
entre nuestras caricias,
no cabe más atardecer
en el pozo de las manos,
ni más estrellas en tus ojos.
La curva de tu boca
se pierde entre mis labios;
el eco de los besos,
teje un olor a piel erizada,
a piel untada en piel,
a calor que se despierta
en la humedad
que extraigo de tu lengua.
A lo lejos late el tiempo;
dulce compás
susurrando en las espaldas,
enredándose en el pelo,
quemándose en los muslos,
dibujando el ir y venir
de la dicha por los cuerpos.