Hoy, deseo una lluvia de cristales
sobre el vidrio opaco
de aquel vitral antiguo
El sol atropella
en el recuerdo
de un patio lejano
que ya no existe
Una fuente de pájaros infinitos
con barquitos de papel
sin anclas
sin olas
ni horizontes
Una roja palabra
una puerta abierta
una ventana vacía
un sueño a deshoras
Un campo de girasoles
sembrados en las espigas
de un arcoíris
Todo me viene de pronto
como un dejavú que arriba
en los latidos de un incólume pasado
que azota como cascadas
los abismos de mi mente
Necesito una lluvia premonitoria
que borre como relámpago
la ciega voz que me alcanza
Que mis hombros
encadenados como cruces infinitas
me ayuden con el peso de esta absurda
intemporalidad de la vida.