Natanael Berrios Sandoval

Allí...

¡Oídme! Mire tu beldad el mundo entero.
Mi alma proclame a voces que tu mirada, lucero,
carga sonora el horizonte la majestad de flores que
despide aroma a llantos, sonrisas, tu cuerpo
efímero... 

 

Allí acostada, cual encanto virtuoso de tu
delicadeza oriental, reconozca tu espíritu
bajo su tiempo, que jamás amaré como amé
tu plenitud, ni amo tanto como amándote ahora yo
muero...  

 

Escuchadme... Aunque muda quede mi voluntad...
Despida en un sutil verso de idilios, romances,
mi corazón latente por tu vida estrecha. Diga
que tal soledad mi ser, cuando a los montes
de Sión tú vayas a morar...