Desde aquel día, en que temerosa llegaste a mi vida, tú eterna e indescifrable mirada iluminaron mis noches de melancolía. Al caer el sol, como un ritual, tu mente se evadía mirando a la luna y junto al viento intentábamos adivinar tus pensamientos. Pequeña guerrera con tus pasos silenciosos espantabas a los seres nocturnos que rodeaban esta casa. Luego te quedabas dormida dando suspiros eternos y acogedores. Al amanecer, el sol gritaba tu nombre y te invitaba a conocer nuevos universos, te imaginaba libre corriendo y hasta volando, entre los bosques, el oceano y el cielo, cazando duendes y sueños.
Una mañana llegaste hacia mí, misteriosa para decirme hasta pronto y te fuiste a cumplir una nueva misión. Sé que intentaste volver, pero aquellos seres insaciados de soledad quisieron atrapar tu alma, sin saber que tu ya eras immortal.
A veces el viento me juega malas pasadas y mirando la luna pienso que pronto volverás