Me enamoré de una hermosa belleza
-el tiempo la tiene cuán agostada;
el sol de las edades, pisoteada-.
Ha sido qué hermosura de viveza.
Amor virgen llevóme a su terneza.
De aquel jardín la flor es marchitada.
Al venir de los días ,¡cuán ajada!
(una pasión érame de riqueza).
La edad le vino:ya no es viva flor.
Se enlació ¡qué rosa!,por mí elegida
(rugosa, enlaciada, ,hoy desconocida).
(De la vida el nacer será esplendor;
mas, el tiempo la pone qué marchita.
Sólo el recuerdo nos torna a la cita.)
(Salvador)