No hay certidumbre allí donde no es posible
aplicar ninguna de las ciencias matemáticas
ni ninguna de las basadas en la matemática.
Leonardo da Vinci
La belleza de las Matemáticas es consabida.
(prefiero decir la Matemática si me permiten)
La Matemática encierra todos los arcanos del
mundo que nos rodea y nos alimenta.
La Matemática está en las hojas, en el tallo,
en las venas, en la Alhambra de Granada...
Si miramos las marismas de Odiel desde un
helicóptero que casi llegue a la casa de San
Pedro veremos como los caños se disponen
según las leyes fractales.
Lo fractal es maravilloso, está imbuído en
lo más intimo de la Naturaleza, nuestras
venas y los vasos leñosos que conducen
la savia son un ejemplo portentoso.
La Matemática es una suerte de sustancia
nutricia que da sentido a todas las ciencias
que se nos tercian en nuestro deseo innato
de saber de lo que nos rodea.
Ya decia Pitágoras, sabio donde los haya,
que la madre naturaleza puede dibujarse
en contornos y dintornos de números.
El número tiene significado y significante.
El siete es un número sagrado en el contexto
cristiano, mientras que el tres es el símbolo
de la masonería, si no preguntemos a Mozart
sobre el tenor de su Flauta Mágica.
La Música sin la Matemática no sería posible,
y nosotros, sin la primera, seríamos otros
seres, más lúgubres quizás.
La Matemática está en la cama que te arropa
cada día, en la cuchara con la que te nutres,
en la mesa que te sirve de sostén, en el coche,
en el libro, en el microondas, enlosado, autos,
en los poemas que pretendemos, en el habla,
en el cielo, en el ... o en la...