En ti, viví afable fantasía, en tu océano mi mar navegó.
De tus travesías, me palpé cada colina.
Fuí viajera de tu suelo, inhalé la fragancia de tu brisa.
Sentí la tibieza de tus aguas, en ti, ví verdes horizontes,
el dorado atardecer, el cobijo del alba.
Ví, el parpadear de tus luceros, contigo viví el éxtasis de un
beso que dirigió a la gloria. De ti, supe que manos saben
guiar a frescos campos o, conducir a agitaciones.
En tu canto varonil vibré en suave espasmo. Y bebí de ésa
voz cual árido desierto. De ti, tomé la entrega de tu abrazo,
la duda, no tuvo vida, y mí ser halló su lar.