¡Oh! Mi amada noche.
Lléname de tranquilidad el corazón,
déjame escuchar tu dulce arrullo,
hazme sentir como en una canción.
Acompañame con Chopin y un buen vino
un poco de aire y tal vez un trino,
trae mis memorias del olvido
y déjame soñar cual si fuese niño.
Envuélveme en tu obscuridad.
Que el hoy pronto será un recuerdo
Y poco tendrá que pasar.
A través de la ventana entra distante la luz lunar,
y junto con tu obscuridad
melancólica he de estar.
Nostálgia y ambiciones llegan contigo,
algunas veces el arrepentimiento autoinfligido.
Y el silencio de la gente al descansar
llena la habitación cual silbido,
escucho la nana de la tierna madre
y el respirar del dulce infante.
¡Oh, noche! inúnda mis sentidos,
Déjame adorarte un poco antes de nuestro destino.
Vivir cada día para estar contigo
tu morir cada noche para estar conmigo.