El trazo dibujado por los movimientos de la tarde,
golondrinas danzando. Abajo los niños en el parque,
niños del mundo,
niños de colores, vida, tiempo y el dibujo se para,
llega la noche, el coche que los recoge, el choque del
reloj los detiene, el silencio los anuncia pasar
a la puerta de los sueños y sueñan y la golondrina
se calla en su agujero de barro, ya no hay pico
extralimitando el verbo, porque ese polluelo no
pia, grita descomunal como si no hubiera un mañana,
porque para ellos no lo hay, se han estampado las horas
en el hambre de los malditos mosquitos que ni son
niños ni gritan llamando a sus padres, han venido a
alimentar con nuestra sangre a la prole que grita ansiada
sobrenuestras cabezas.