Desnudo el albo soporte de tu figura
erguida sobre la artesanal cantera
limpia, teñida rosa, con una frescura
caminas a la sombra de tu cabellera.
Como si sobre aquellos tus ligeros pasos
te llevaren presa sobre el viento, sobre alas,
deshojando rosas sobre tus pies descalzos,
donde yacen ya tus desvanecidas huellas.
Como si atinases orquestar en secreto
la voz que allá, a lo lejos, busca el arrullo
de aquel pequeño inquieto todavía despierto
por la algarabía del día en pertinaz murmullo.
¡Qué linda te veías cuando caminabas así:
Un vestido que te cubría con delicadez
que en aquella cantera se pudo advertir
lo blanco y hermoso de tus descalzados pies!