La veo de nuevo en mis sueños,
un ritual de belleza a contemplar
su paseo al atardecer,
a maravillar otra vez el cielo en llamas
cuando las sombras de los árboles
acarician las flores dormidas buenas noches
Ni una vez divulgió
la razón por su estadía, sino
cual un secreto la puso al abrigo
abajo la sombra del silencio,
su parasol estirada,
una valla contra intrusos
Compartiendo miradas a la luz de una vela,
bebimos el vino de uvas del viñedo de Dionisos,
ahogando sus miedos antes del amanecer, cuando,
cual un espíritu efémero se desapareció,
su fragancia persistente dentro de las sábanas,
mi única consolación
Era durante los últimos días de verano,
días de golondrinas migratorias,
de fiel regreso cada año,
lamentablemente jamás volvió esta dama de Bohemia,
quien mi crazón robó, con mi permiso,
aquel año en Marienbad, cuando
consuelo era nuestra divisa