Bajo el bermejo cielo de la avidez
callado, impaciente y félido ser
a su bella desnuda sondea a placer
y como un catador que vianda prueba
... y aprueba
ansía el momento de entrar al confín
rabea su miembro a corazón febril
esperando con la hembra el yacer.
Y la cruel Afrodita disfruta con saña
estruja a templanza el rojo motor
que arde
que vibra
que anhela su pulpa
su trémulo aliento...
su cuerpo quemante...
su monte de venus...
de su gruta el espasmo...
y su gemido final.
© Eloy Mondragón