La boca se vierte
en su crepúsculo...
vencida de ignota
singladura,
pétalos aupados
por su dicha...
álamos heridos
por su beso,
y en el labio
apenas
deshojado...
y desnudadamente
ausente
de su dicha,
impávidos...
y lánguidos
quehaceres,
impúdicos...
y homéricos
desvelos.