En mis manos crece la caricia que una vez guardé,
y el tiempo no acudió para borrarla;
también las indispensables cosas que nos hacen sentir únicos:
un libro, la llave vieja,esa canción a lo lejos.
He crecido frente a mis propios polvorines
como un gran pez que llora ante su sombra.
Cuando quiero llamarte mi cuerpo se incendia en el cielo instantáneo
de la duda.
El tiempo es una garganta que ahueca tu nombre,
o lo retiene
para compartirlo con las aves que despejan el verano.
Eres mi trago parroquial, y amado;
y esos jirones como última chance.
Mi alimento son hojas que cayeron del universo el día que te conocí.
GuillermoO
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